FUENTE: Curso de literatura contemporánea.
La literatura y la violencia en Colombia
Inspirado por los libros, temas y las interesantes conversaciones alrededor de la guerra y la literatura durante la clase, considero relevante echar un vistazo a la literatura colombiana y su relación con los conflictos armados que desde siempre han estado presentes en la historia del país.
La violencia ha sido una constante en la historia de Colombia. Ya desde la conquista española el derramamiento de sangre ha sido una constante que ha impregnado las diferentes áreas socioculturales del devenir del país. Después de las guerras de independencia, empezaron a aparecer enfrentamientos bipartidistas que, en gran parte, han generado la guerra civil que de cierta manera aún se vive en el país.
Uno de los eventos clave en lo que se conoce como “ La Violencia”, fue el asesinato del candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948. Este evento fue a su vez la cúspide y el generador de los odios bipartidistas entre conservadores y liberales. Una vez ocurrido el asesinato y el caos posterior (conocido como El Bogotazo), se inició una ola de violencia entre partidos que produjo miles de muertos, desaparecidos y desplazados. Estas luchas y persecuciones fueron las que causaron la formación de grupos guerrilleros como las FARC y el M-19, en un principio compuestos por liberales campesinos que intentaban resistir los ataques del ejército nacional al mando de un estado conservador.
La fase siguiente a la violencia bipartidista y guerrillera es la causada por la aparición del narcotráfico y los paramilitares. En ese momento el país se sumió en una lucha por el poder a través del negocio, donde las ideologías se olvidaron para dar paso a una guerra por la supervivencia y el dinero. Esta guerra afectó a todo el país y sus consecuencias todavía están presentes en la sociedad. Ahora que los carteles de las drogas han sido acabados y las FARC han firmado la paz con el gobierno, la violencia ha disminuido considerablemente, aunque no ha desaparecido.
Como se puede ver, la violencia en Colombia ha sido “pan de cada dia”. Resulta entonces obvio que mucha de la narrativa de ficción producida durante los siglos XX y XXI, esté influenciada en mayor o menor medida por la guerra. Ha de notarse que así como la violencia se ha convertido en algo rutinario, su uso en las artes y en la literatura también. No han existido tabús a la hora de tratar la violencia y lo que ha cambiado ha sido el punto de vista y el estilo de la narración, más no los contenidos que se han podido – o no – tratar en los textos.
Ya en 1924 se publicó La Vorágine de Jorge Eustácio Rivera, considerada por muchos una de las dos obras más importantes de la literatura colombiana junto a Cien años de soledad de García Márquez. La Vorágine enmarca su trama amorosa con las difíciles condiciones que enfrentaban los indígenas y campesinos en la región cauchera colombiana, en las fronteras con Ecuador y Perú. Estas dificultades estaban estrechamente relacionadas con la violencia, en este caso, entre patrones y trabajadores. Cien años de Soledad, por su parte, hace referencia a otro evento trágico de la historia colombiana llamada La matanza de las bananeras, ocurrido a principios del siglo XX y en el cual la intervención de empresas norteamericanas en la región del Urabá, produjo huelgas por parte de los cultivadores, que fueron acalladas con las armas del mismo ejército nacional.
Sobre la violencia generada a partir del Bogotazo y la influencia que tuvo en la sociedad (sobre todo rural), escribió Gustavo Alvarez Gardeazabal en su libro Cóndores no entierran todos los días (1971). En esta obra se cuenta la historia de León María Valencia, un sicario al servicio de los conservadores que estaban en el poder hacía 1950, que se hizo famoso por su mano dura y por la violencia de los asesinatos que cometía.
La época de los enfrentamientos más voraces entre la guerrilla y el ejercito aparecen en un sinfín de novelas. Entre las mas reconocidos se encuentra Delirio (2004) de Laura Restrepo, El olvido que seremos (2006) de Héctor Abad Faciolince o El ruido de las cosas al caer (2011) de Juan Gabriel Vásquez. Aunque estas novelas no tengan como eje central el conflicto armado, si que dependen de dicho conflicto para el desarrollo de sus personajes y sus historias.
Por otro lado aparece la literatura “sicarista”, cuyo eje narrativo principal son los sicarios (asesinos en motocicleta, usualmente hombres jóvenes de bajos recursos), y por ende, el narcotrafico que generó dicho fenómeno. La característica principal de este periodo de violencia y, por ende, de la literatura que lo trata, es la aparición del aspecto urbano. Hasta ese momento, la guerra era vista como un problema rural; la guerrilla solía esconderse y combatir en las montañas. El narcotráfico y su violencia eran propios de los barrios pobres de las ciudades. Al ser un negocio, era importante para los narcotraficantes estar cerca de sus clientes y así mismo de los centros de negocios. Por tal razón, mucha de esta literatura se detiene en describir el barrio, la importancia del mismo, así como de la ciudad y de las formas de habla. Es el caso de No nacimos pa´ semilla (1990), obra cumbre del “sicarismo”, donde destaca, entre otras cosas, un glosario al final del libro a manera de apéndice, de términos usados por los sicarios. Dentro de este género aparece también la famosa novela La virgen de los sicarios (1994) de Fernando Vallejo, con temáticas muy similares a las tratadas por Salazar, estudiando la vida de los sicarios y del narcotráfico.
Estas son, a grandes rasgos, algunas obras representativas de la narrativa acerca de las distintas épocas de guerra que ha habido en Colombia. Existen muchas más novelas con temáticas similares y esta selección se ha hecho a manera general y por gusto particular. Importante recordar también la cantidad de escritos periodísticos y biografías existentes. Este último genero tuvo un boom de publicación en la década del 2000-2010, con autobiografías de personalidades que habían vivido la guerra en piel propia, como combatientes y/o secuestrados.
Lamentablemente sea posible que esta historia de violencia nunca termine y por lo tanto, la lista de literatura que cuenta sobre ella siga creciendo. Como remedio solo queda leer los libros, entender los fenómenos e intentar no cometer los mismos errores de nuevo.
Fuentes:
http://www.revistaarcadia.com/impresa/especial-arcadia-100/articulo/arcadia-100-condores-no-entierran-todos-los-dias-gustavo-alvarez-gardeazabal/35065
https://www.senalmemoria.co/piezas/historia-de-la-literatura-sobre-la-violencia-en-colombia
http://agenciadenoticias.unal.edu.co/detalle/article/el-conflicto-tema-recurrente-en-la-literatura-colombiana.html